Vera Gedroits, la princesa rusa que operaba en un tren hospital en el frente de guerra

Vidas científicas

Vera Gedroits. Wikimedia Commons.

Vera Gedroits fue una mujer singular en muchos aspectos: fue una princesa rusa y una mujer abiertamente lesbiana, algo poco habitual y fuertemente censurado en su época. Fue además cirujana, la primera cirujana militar rusa y la primera mujer en servir como médico en el palacio imperial ruso. Fue la primera profesora de cirugía de su época y una sensible poetisa que publicó varias obras con nombre de varón.

Gedroits (o Gedroitz) nació en Kiev, hoy capital de Ucrania, en 1876 dentro de una familia de la nobleza y con el título de princesa. Como era tradición entonces, sus primeros años de educación fueron con tutores en casa, aunque luego acudió a una escuela en San Petersburgo. En aquellos años, y aunque aún faltaba un tiempo para la revolución rusa de 1905, Gedroits participó en reuniones ilegales de grupos revolucionarios. En 1892, cuando tenía 16 años, fueron sorprendidos por las autoridades y Gedroits tuvo que volver a su casa bajo supervisión policial.

Pero Gedroits no permaneció en casa mucho tiempo. A pesar de ser abiertamente lesbiana, accedió a contraer matrimonio de conveniencia y con ello pudo cambiarse de nombre. Se las apañó para marcharse a Suiza, un destino habitual para las mujeres rusas que querían estudiar medicina. Se trasladó a Lausana y completó sus estudios en 1898, a los 22 años, con notas brillantes en los exámenes finales. En ese periodo, y quizá temiendo que la estuviesen buscando, se cambió varias veces de dirección y de nombre.

Cirujana en el frente de batalla

Informe de Gedroits sobre su trabajo médico durante
la guerra ruso-japonesa (1905). Wikimedia Commons.

Ejerció la medicina brevemente en Suiza, pero en 1900 volvió a Rusia. En 1904 solo el 4 % de las personas que ejercían la medicina en su país eran mujeres. En esa época publicó varias investigaciones, preocupada por los bajos estándares de higiene y nutrición que se practicaban en el cuidado y la cura de los pacientes; pero debido a sus contactos previos con grupos y personas de tinte revolucionario, acabó bajo investigación policial. Probablemente por este motivo, y también por su constante afán de aventura y de seguir aprendiendo, se inscribió en cursos de cirugía organizados por la Cruz Roja. Esta organización contribuía a mantener el departamento médico del ejército ruso, así que Gedroits terminó actuando como cirujana militar, la primera mujer en Rusia en trabajar como tal.

De hecho ejerció como cirujana durante la guerra ruso-japonesa de 1904. De ese periodo, la Oficina de Guerra dijo de ella. “De entre los que fueron al frente como cirujanos de la Cruz Roja estuvo la Princesa Gedroits, cirujana jefa del tren hospital financiado por 40 nobles, que siempre estaba en el frente, operando en un coche especialmente equipado, hasta que el enemigo amenazó con volar el tren”.

Eso supuso un gran riesgo para su propia vida en un conflicto en el que muchos de los operarios y médicos de ambulancias murieron. El propio ejército ruso consideraba las ambulancias y hospitales militares como neutrales solamente si había heridos dentro. “La neutralidad desaparece si son defendidos por una fuerza militar”. Ser personal médico no suponía ninguna protección en esa guerra. Pero Gedroits no solo ejerció de cirujana salvando vidas, sino que recopiló una serie de observaciones sobre cómo hacer más eficiente a la medicina militar. Presentó sus conclusiones el 27 de julio de 1905 ante la Sociedad de Doctores Militares, todas ellas de relevancia.

Un hospital cerca de la acción y muchas laparotomía

Por ejemplo, destacó el hecho obvio de que cuanto más cerca estuviese un hospital militar del campo de batalla, más productivos serían sus esfuerzos por curar a los heridos, además de que podría seguir con las curas y los cuidados una vez que estuviesen en disposición de reincorporarse a la actividad militar sin descuidar a los que estuviesen demasiado heridos como para ser enviados de vuelta a la retaguardia. Recogió también resultados y estadísticas sobre los heridos en el conflicto: en el primer mes de operaciones del hospital que organizó fueron admitidos 1 255 pacientes. De ellos, 138 tenían heridas de bala en la cabeza y 61 en el abdomen.

En enero de 1905 un vagón adaptado servía como quirófano, y en su primera semana de funcionamiento Gedroits llevó a cabo 56 operaciones importantes allí. Allí comprobó y demostró las ventajas que tenía realizar cirugías exploratorias cuidadosas de todas las heridas abdominales profundas, las laparotomías, gracias a su habilidad y precisión. El ejército ruso terminó adoptando esta técnica para todos los heridos abdominales, algo pionero en el mundo ya que en los demás países se optaba por una postura conservadora y de intervención limitada.

Del frente al palacio: médica de los niños de la familia imperial

Como decimos, no era un trabajo exento de un alto riesgo: en un momento dado, el ejército ruso decidió no retirarse de un enclave bajo ataque hasta que no se hubiese evacuado a todos los heridos, y después intentó contraatacar, lo que causó que el tren hospital fuese atacado. En recompensa por sus esfuerzos y avances, y las vidas que salvó durante el conflicto, en 1909 Gedroits recibió un puesto de alta categoría en las instalaciones hospitalarias de los palacios de Tsárskoe Seló y Pávlovsk, donde tenía el encargo de cuidar de los niños de la familia imperial rusa. También enseñó a la zarina Alejandra y a sus hijas nociones básicas de enfermería.

Vera Gedroits (centro) opera a un paciente, mientras la zarina Alexandra y sus hijas Tatiana y Olga (derecha)
brindan asistencia. Wikimedia Commons.

Registros de la época plasmaron el trabajo que hizo en este puesto, por ejemplo en la atención de un herido en un accidente montando a caballo. En 1915 una amiga de la zarina, Madame Vyrubova, sufrió daños al descarrilar el tren en el que viajaba, probablemente a causa de un sabotaje. Fue ingresada en el hospital militar de la zona donde el personal médico se negó a tratarla por considerar por debajo de su cargo el atender a una mujer. El escándalo aumentó cuando al día siguiente comenzó a recibir visitas, entre ellas la de un personaje polémico como fue Rasputín.

Documentos de la época cuentan que Gedroits fue avisada para hacerle una exploración. “La señorita Gedroits, que parece un poco un hombre con su gran altura, era una mujer imponente, y ya que Rasputín no mostraba señal de ir a retirarse, ella le cogió por los hombros y le empujó al pasillo, cerrándole la puerta en las narices”. El hecho de que conservase el puesto después de este momento es una buena prueba de la estima con que era considerada. Otro de los pacientes que trató en ese momento, un chico que iba en el mismo tren, la describiría como “una vieja doncella [en ese momento tenía 41 años] vestida con ropa masculina, fumando cigarros y hablando con voz grave”.

Al frente de Siberia durante la Segunda Guerra Mundial

Vera Gedroits con pacientes (1915). Wikimedia Commons.

Durante todos estos cambios de trabajo y destino, Gedroits siguió avanzando en el estudio de las hernias que había comenzado en sus años en Suiza, aunque la mayoría de sus avances pasaron desapercibidos. En 1912 se doctoró en Medicina por la Universidad de Moscú con una tesis en este tema. También recopiló lo aprendido durante la guerra ruso-japonesa y publicó un libro, Discusiones quirúrgicas para enfermeras y médicos, donde recogía su lección básica: “las heridas abdominales siempre necesitan cirugía y exploración”. Como decimos, la generalización de las laparotomías fue una de las premisas de su trabajo y le sirvió para salvar muchas vidas en el frente.

Su experiencia durante aquel conflicto le preparó para el que vendría después: la Primera Guerra Mundial. Entre 1917 y 1918 sirvió como cirujana en la 6ª División de Simbirsk (Siberia). Tras ser herida, fue evacuada de vuelta a Kiev. Allí sobrevivió a la guerra y a los conflictivos años posteriores que viviría Rusia, terminando por consolidarse como una reputada cirujana. En 1921 fue contratada como profesora de cirugía pediátrica en el Instituto Médico de Kiev, y pronto fue nombrada profesora de medicina.

Pero las purgas soviéticas de aquella época causaron que perdiese el puesto en 1930 y le fuese denegada una pensión económica. Se centró entonces en otra de las pasiones de su vida: la escritura. Ya había publicado varias obras poéticas con un pseudónimo masculino, Sergei Gedroits. En sus últimos años se centró en escribir novelas autobiográficas. Murió en Kiev en 1932 por un cáncer de útero.

Referencias

Sobre la autora

Rocío P. Benavente (@galatea128) es periodista.

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